Llegué esa tarde a Piriápolis bastante
nerviosa. Con el cerro a la vista, desde el bus, me preguntaba: ¿Cómo hago para
subir esto? Y bueno, de alguna forma se iba a poder.
Al llegar me encontré con Clau y empezaron los aprontes.
Primero vimos la carrera de los niños, que fue muy divertida. Es muy lindo ver a esos miniatletas correr con toda la alegría que tienen los más chicos.
Primero vimos la carrera de los niños, que fue muy divertida. Es muy lindo ver a esos miniatletas correr con toda la alegría que tienen los más chicos.
Después de retirar los chips, nos
encontramos con las orugas. Por fin conocimos a la oruga más pequeña, Tizi, un
nene muy simpático.
Al aproximarse la largada, los nervios
aumentaron, pero también, la emoción de correr con este lindo grupo del que
empecé a formar parte y por correr por Distancias Solidarias; esta vez, en
honor a Ricardo Hugo.
Arrancó la carrera, y al llegar a la
primera subida empezó la dificultad, pero había que llegar.
Correr en el cerro fue una de las
experiencias más lindas, ya que no sólo conocí
gente con la que conversé en el camino sino que la vista desde arriba
era maravillosa. Todo eso hizo que la dificultad pasara a segundo plano.
La llegada fue muy emocionante porque para
mí fue todo un desafío subir ese cansador pero, lindo cerro.
Por muchas más carreras con este lindo grupo, que es Rápidos Oruga!
Por muchas más carreras con este lindo grupo, que es Rápidos Oruga!
Redactora Irresponsable: Lu Danuzzo