"Hace 7 años, cuando apenas podía caminar, ni en mis sueños imaginaba poder correr 10 kilómetros. Soy un sobreviviente de cáncer y paciente renal en diálisis y el cáncer llegó a mi vida para enseñarme que no es tan malo estar en diálisis, hay luchas más duras.
Antes de entrar en diálisis mi cuerpo estaba tan intoxicado que se me quemó la mealina, que es lo que recubre los nervios. En esa época con Laura vivíamos 2 pisos por escalera y yo subía gateando. Como siempre he sido un poco fantasioso, en ese momento cuando casi no podía caminar le decía a mi esposa que algún día iba a correr una 10k. Ella no me decía mucho, pero en su cara entendía que al verme eso le parecía imposible.
Uruguay por Livestrong me hizo correr a su nombre. Dos locas desquiciadas, como es Vero mi amiga y Laura mi mujer se embarcaron en esto de la fundación y cuando tenían que lanzar el Team, al no tener otro corredor, terminé yo siendo el representante
Cumplí la promesa que me había hecho a mi mismo hace 7 años el 1 de octubre al terminar la 10k Reebok, pero sin duda la más especial para mí hasta el día de hoy fue la 10k Nike de ayer 5/11.
Por mi condición de enfermo renal es muy común que desarrolle infecciones urinarias y estuve cursando una que me llevó 20 días de antibióticos, haciendo fiebre todo el tiempo lo que me impidió poder entrenar para la Nike. Como ya había pagado la inscripción fuimos a retirar la remera a la Intendencia y la verdad al ver todo el montaje que había allí me dieron ganas de participar, aunque fuera caminando.
Esa semana Uruguay por LIVESTRONG hace contacto con un grupo de atletas que se identificaban mucho con Lance Armstrong y con el trabajo de la fundación y es allí que nace el Team de Uruguay por Livestrong… ahora sí éramos un equipo, ya no iba a correr nunca más solo.
La mañana del 5/11 comenzó como todos los sábados, levantándome a las 6 de la mañana para ir a diálisis, luego, a las 11 cuando me desconectaron fui a casa y almorcé pasta (como recomendaba la gente de Nike en facebook) y luego caí en la cama para dormir una generosa siesta de 4 horas. Me levanté, nos aprontamos y fuimos a la rambla.
Al llegar estaba todo el Team, fue grandioso. En la previa, el calentamiento, la largada, todo estaba teñido de una energía inexplicable, casi mágica.
Todos los integrantes del Team llevábamos un cartel en la espalda en el que dedicábamos esta carrera a Roxana, una luchadora de la vida, a la que el cáncer le está haciendo pasar un mal trago.
Yo salí corriendo, con un trotecito humilde, pero constante. En ese momento mi meta era poder llegar hasta el kilómetro 5 sin para de trotar, y de allí ver que tal iba la carrera.
El primer kilómetro fue sencillo, pero yo tampoco me exigía mucho, el segundo estuvo más complicado porque era cuesta arriba, pero yo me mantuve en mi humilde trotecito, tratando de controlar mi respiración. Ahí, por primera vez en mi vida siento que gritan “¡Vamos Pedro!”, yo pensé que era para otra persona, pero siento una mano en la espalda, era María Elena Morales, integrante del team que comienza a correr conmigo. Fue grandioso ir paso a paso con alguien, yo me sentía cómodo con el paso al que íbamos. Lo más grandioso era que otros corredores que no nos conocían nos gritaban “¡vamos arriba, por Roxana!”; esa gente sacrificaba una bocanada de aire, para manifestar su apoyo por aquello que nos motivaba a correr a nosotros. No me pasó solo una vez, sino por lo menos 4 veces en el transcurrir de la carrera.
En el kilómetro 3 y medio perdí a mi compañera de ruta en el puesto de hidratación, que no daba abasto con los 9.500 corredores que solicitaba un trago de agua fresca. La busqué para atrás, luego para delante y me di por vencido… continué corriendo.
Luego vino el km 5, encaramos ya por la rambla, y por suerte el viento se apiadó de nosotros, y si bien no nos empujaba de atrás, no se oponía a nuestra marcha de adelante. Yo continuaba con mi trotecito constante y si bien iba más lento que los que trotaban, iba más rápido que los que caminaban y para mi eso era suficiente. Me sentía bien, iba disfrutando la carrera, no iba sofocado y las piernas me dolían pero lo normal. Por primera vez no use música para correr lo cual me hizo poder conectar con mi respiración y el entorno (corredores y espectadores).
En el km 7 y medio, el mismo tema con el puesto de hidratación, solo pude tomar un trago de agua, porque para servirle a todos ponían poquita agua en cada vaso. Para tomar más uno debía dejar de correr y esperar unos 3 o 4 minutos hasta que te sirvieran. Así seguí hasta el km 9, me acuerdo que en ese momento pensé que solo faltaba unos metros para que me pasaran la bandera de LIVESTRONG y cruzar la meta con ella en alto. Hasta allí la carrera fue genial para mi, en ese bendito km 9 me choque con mi peso seco. Nosotros los pacientes en diálisis no orinamos u orinamos muy poco (yo nada desde hace 7 años), entonces tenemos un peso seco, que es el peso ideal sin exceso de agua, y luego a medida que vamos ingiriendo agua subimos de peso, hasta la siguiente diálisis en el que nos sacan el exceso. En el km 9 me choque con el peso seco, y al seguir corriendo continué perdiendo agua, por lo que comenzó la deshidratación. Mi presión arterial bajo, al punto en que tuve que dejar de correr y comencé a caminar para tratar de recomponerme y ganar aire. Quería cruzar la meta corriendo, así que al pasar al lado del grupo de apoyo LIVESTRONG, me dieron una bandera y comencé un trote, con la esperanza de poder completar el recorrido.
Lamentablemente no fue posible, sentí que me desvanecía y tuve que parar y sentarme, le gente que me conoce sabe que mi orgullo no me permite demostrar debilidad en frente de nadie, así que cuando paré y me senté en el cordón, yo sabía que Laura comprendía que yo estaba realmente imposibilitado de seguir.
Descansé unos minitos, tomé aire y juro que si no hubiera estado a unos 300 metros de la meta, habría abandonado la carrera.
Me levanté, puse la bandera de LIVESTRONG bien en alto con mis brazos y crucé la meta de 10 kilómetros, caminando, viendo todo muy oscuro.
Me senté, retiré el chip de mi zapato, lo devolví y me hice de la medalla. Luego fui a unirme al grupo a la izquierda del escenario.
No veía a nadie así que pedí un celular prestado y llamé a mi esposa que me indicó donde estaban. Ví entonces unas plumas amarillas que las chicas del Team usaban y las seguí. Los abrazos fueron calurosos, el mejor de todos el de mi esposa, que me dijo al oído que estaba orgullosa de mi. No me recuperé hasta el otro día a las 11 de la mañana. Y a pesar de que el último kilómetro fue una pesadilla, a pesar de la presión baja, a pesar de mi pecho cerrado incapaz de ingresar el aire, a pesar de haberme perdido y no poder encontrar al Team, porque mi visión era borrosa y oscura… por esos primeros 9 kilómetros lo volvería a hacer una y mil veces, solo para escuchar a mi amor decirme al oído “estoy orgullosa de vos”
Gracias Team por regalarme ese momento, y sobre todo gracias al cáncer, porque a pesar de las dificultades yo aprendía a vivir fuerte!...LIVESTRONG."