El sábado 23 de abril se corrió la CCC (o C3, o C al cubo, o como quieran), en su edición número 6.
Esta fue mi segunda participación, recordando al gran Pelado Peña cuando me invitó a correrla por primera vez el año pasado. Y normalmente ocurre eso, se corre “por invitación” o porque se conoce. La carrera no tiene gran difusión y salvo por algunos medios y la página ReCorrer Uruguay, pasa completamente desapercibida.
La fecha en que se realiza tampoco ayuda, ya que es muy poca la gente que está cerca de Montevideo y aledaños como para correrla. Sólo aquellos muy fanáticos se arriman hasta El Rancho a correr.
No tengo los números de inscriptos este año. Algunos hablaban de 150, otros de 200. Me quedó la percepción de que había menos gente que el año pasado. Como siempre, las inscripciones previas a la partida suelen demorarse, y en lugar de largar a las 15 hs, se termina largando más tarde (cerca 15:30 en este caso). Lo bueno es que todo el mundo, hasta el que se arrima a último
momento, tiene chance de correrla. Lo malo es que al no saber cuando se larga, se complica el calentamiento previo.
Funcionó la pre-inscripción por Internet, y aquellos que lo hicimos, estábamos debidamente registrados y sólo tuvimos que levantar el número.
Al inicio, el encuentro con el amigo Julio Curbelo y sus infaltables fotos (Gracias Julio!!), saludos con Pedro (Goes), Mauri (El Calambre), el Gauchito Legendario, Dardo y Analhia (Coyotes) y muchos otros más. Este año también conté con la especial compañía de Joaquín, mi cuñado, quien nunca corre, pero cuando lo hace, vuela.
En esta edición, la carrera fue dedicada a mi hijo Mateo, el Oruga más chiquito, nacido 10 días y algunas horas atrás.
(Joaquín, Ráfaga Rastrera y Mauri Silvestri).
La carrera es muy linda, ya que se corre al costado del Solis Chico hasta la playa y luego todo por la rambla hasta el centro de Atlántida. Este año tocó remarla contra un viento muy fuerte, que solo aflojó al entrar en la curva de la Mansa de Atlántida.
Un puesto de hidratación entre el KM 5 y el KM6, y el apoyo de la gente que siempre sale a aplaudir a los “locos que corren”.
Al ser pocos, costaba encontrar gente que fuera al mismo ritmo y hacer pelotones para cortar el viento. Traté de seguirle el paso a Ana (Halcones) y después a Ana (San Carlos) pero me fue imposible, así que al final quedé a 150 metros de los que iban delante.
Tan cansado venía que luego del KM 9 saqué la banderita de homenaje a Mateo y me entretuve mirando a la gente que trataba de descifrar lo que decía. Así se me pasó el último trecho y el aplauso de la gente al final, dieron el apoyo necesario para llegar casi sin aire, en 52’ 28” (brutos).
El resultado es casi anecdótico, ya que no había tiempos “oficiales”, y lo lindo fue participar.
En la llegada nos esperaba una muy linda medalla, trofeos para los primeros de cada categoría y sorteos para todos los participantes. La pena es que la zona de premiaciones queda a la sombra y el frío en ese lugar, realmente se hizo sentir.
Un saludo muy grande a todos los participantes, a los que volaron y ganaron, a los que corrieron y a los que nos arrastramos como orugas, a los que sacaron fotos y se las robamos para esta crónica (Grande Julio y los Amigos X) y a los que organizan esta linda carrera que sigue siendo gratis y no le envidia nada a las demás. 
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